jueves, 19 de junio de 2008

Ella, la Luna.

El 92.28 % de mi vida permanecí cuasi indiferente (por ignorancia o por estupidez, no sé) a una belleza oculta (para quien no sabe verla, pues se percibe luego muy explícita) en la luna. Ella tiene algo así como tacto y parece que se hace más intenso cuanto más cerca está de no ser vista. En su superficie hay puntos que contrastan y atenúan la reflexión, forman figuras de luz, matizan y texturizan su brillo. Sobre todo uno que me gusta especialmente, y siempre puedo tener el gusto de ver, pues ella nunca oculta su cara.
Ella hace valer cada instante de contemplación y todo lo demás. Seduce. Ya ninguna luna llena me pasará de noche.

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