martes, 4 de marzo de 2008

Oveja negra.

Nunca me había ocurrido. No había en mi memoria registro de percepción misofelíxtica, hasta el sábado pasado. Pero lo verdaderamente extraño es el goce que aquello me produjo, como encender una luz en el obscuro laberinto de mis dudas. Pude sentir accidentalmente ese odio, aunque ni tan accidental pues bien sé que eso buscaba y esperaba... y también sé que ni era odio de verdad contra mí, sino contra mis pensamientos directamente. Me sentí como la presencia incómoda y me gustó.
Ya fuera de dramatismo, ni siquiera me odian, pero sí sintieron lástima por mí, porque me iré al infierno. Y es que se ha tornado chistoso eso de ser naturalmente ateo dentro de una familia de (casi) inquebrantable tradición católica practicante, sobre todo cuando entro en contacto con la parte tan practicante que llega al grado de activista supermoralista... y más aún cuando me gusta usar parte de mi tiempo de ocio para la agradable y tranqulizadora actividad de blasfemar.... pero más mejormente cuando ese tiempo ocioso se adhiere a mi convivencia con religiosismos. En concreto, me divierte cagarme en el cristianismo en general; aunque eso sí, con mucho respeto (Respeto: No usar más que el léxico apropiado en el contexto).
Imagino que también ellos pecaron al cagarse en mis ideas, muy en sus adentros, sin expresarlo, y pensando en Dios. En fin, no me interesa... sólo es chisme.
Pero los quiero, ni modo. La familia no está ahí para gustarme, y sin embargo los quiero.

¡Me cago en la virginidad de La Virgen!.. ¿ven qué gracioso es?

1 comentario:

Daniel Ortega dijo...

¿Cómo te atreves, mortal, a mofarte de los designios del sacrosanto padre y del omnipotente altísimo nazareno para con la mujer que dio a luz al redentor del mundo, aquel cordero que murió en la cruz por ti y por mí para perdonar los pecados de la humanidad. Mismos, que por cierto, según los cánones y preceptos de el año en curso, agregaron 4 más. De veras lo que es el pinche ocio. Bueno, saludos Féliz.